martes, diciembre 06, 2011

jueves, octubre 20, 2011

Solo Para Viajeros, Viajero de la semana


SIMON MUSSO: “Coger mi mochila y perderme por allí”. Simón Musso dejó el Perú para recorrer el mundo y hasta ahora no retorna. Como tantos expatriados ha hecho del planeta su habitación provisoria y de la pasión por viajar su leit motiv cotidiano. Vive en Madrid dedicado a su otra pasión: captar en imágenes nuestra historia contemporánea. Es un voyeur que lo registra todo.

Soy periodista y fotógrafo especializado en imagen audio visual. Vivo en Madrid hace varios años, en esa ciudad he seguido mi formación y experiencia en fotografía y desde allí publicó mi blog La Mirada (www.simonmusso.blogspot.com). He viajado mucho, por no decir que he viajado por medio mundo. Estudié periodismo para viajar y contar lo que voy observando y aprendiendo en los lugares que recorro; sea con palabras o con una imagen que exprese mi mirada.

No recuerdo el primer viaje que hice, tampoco sé cuantos han sido hasta ahora. Quedan algunos vagos recuerdos en mi memoria de aquellos primeros viajes. Salta como un flash, que repentinamente me viene a la mente, el olor a queso andino de un viaje a San Pedro de Cajas, en la sierra central del Perú o el ver pasar un Volskwagen escarabajo naranja dispuesto a atravesar los Andes con dirección a La Merced.

Algunos viajes suelen durar algunos años y marcan una época en tu vida, como aquel que me retuvo en Barcelona durante cinco años, en los ochentas. Era un jovencito viviendo en un Viejo Mundo.

Recuerdo cuando escribí "coger mi mochila y perderme por ahí", fue en el anuario de la promoción cuando terminé el colegio en Los Reyes Rojos, de Barranco. Pienso que fue un arrebato de muchachito que no sabía qué hacer con su vida y solo se le pasaba por la cabeza la idea de viajar, conocer otras culturas, tomar contacto con gente de aquí y de allá. Tardé unos años en descubrir que mi vocación era el periodismo para contar con imágenes fijas lo que mis ojos iban observando en este camino de rústicos paisajes.

Madrid, a este lado del Charco es una de las puertas de Europa, un buen punto de partida para salir a conocer este mundo. Un destino cercano es Marruecos, un pueblo que suelo visitar muy a menudo en estos últimos años. Es el país islámico más occidental de la cultura árabe. Su gente tiene la creencia que si se les toma una foto les robas el alma y se protegen mucho para evitar perder lo que les da vida. Una nación tercermundista que a pesar de la la pobreza y el amor que le tienen a su rey Mohammed VI siga siendo un país muy visitado por muchos turistas. La esencia de las tierras de los marroquíes es la reflejante luz que se aprecia desde pequeños pueblos como Marrakesh, con su color terracota al que llegué en un tren de los años cincuenta tras cinco horas de camino desde la capital Rabat, una villa verde antes de entrar al devastador desierto del Sahara. Lo seguiré visitando mientras no haya moros en la costa, porque jamás terminamos de conocer un lugar que cambia con el tiempo.

Algunas ciudades te recuerdan a otras en épocas distintas, como caminar por el centro de Lisboa, creerías que vas por el jirón de la Unión de Lima en los años setentas, o cruzar su puente veintisiete de Abril y pensar que sería la misma sensación que el Golden Gate de San Francisco, pero no lo sabrás hasta que no estés en ambos íconos de cada una de ellas.

He visitado muchos destinos y quedarán otros en una lista interminable que con mucha paciencia iré recorriendo el fin de semana que viene o en unos meses o un par de años, hay que planificar la ruta a seguir con aventura y emoción que son claves en el ir y venir del nómade en el que me he convertido.


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