Llega un momento en tu vida en que te das cuenta que te encuentras perdido, sin saber hacia donde vas. No es que mi mente haya perdido el Norte, pero si los demás puntos cardinales, por decirlo de alguna forma. No encontrar el sentido de tu vida, ver que tus ilusiones se van desvaneciendo con el tiempo en un camino que no sabes dónde te lleva, tan sólo lo recorres para seguir sobreviviendo.
Mi mente debería guiarme, pero no es así, solo atina a sobrevivir, es su única función que no se como logra hacerlo, sólo lo hace. Nos engaña y nos hace creer cosas que realmente no existen, solo están en mi mente en la que me encuentro perdido.
Nos pasamos toda nuestra vida buscando la forma de no desviar el rumbo de nuestras mentes, de acatar todo lo que nos dice ella sin percibir la meta a la que nos conduce. No sé en que punto de mi vida perdí el rumbo, mi mente no puede recordarlo, o lo más probable es que no quiera. Sería interesante volver atrás y ver que fue lo que ocurrió para perderme, pero no es así, el tiempo va en una dirección y no podemos volver atrás, como si fuera tan fácil hacerlo.
Quizás la respuesta la tenga frente a mí y no pueda verla, o lo que es peor que no quiera aceptarla por temor a dónde me conduzca ese camino. Quizás deba darle una vuelta de 180 grados a mi vida y ver que el camino correcto está no delante de mi, sino detrás, en otra dirección que no sé cual es, sencillamente dejarme llevar y que mi mente se ocupe de encontrar el camino adecuado, solo espero que sea a tiempo, pero no me preocupa eso, ya que solo se ocupa de sobrevivir en esta vida, de no morir en el intento.
El tiempo, una constante irracional que está en contra de nuestra búsqueda, tan simple que no tengo la eternidad para que mi mente le encuentre el sentido. Tiempo que pasa sin encontrar alguna señal de rumbo. Quizás la respuesta la tenga mi mente y solo debo buscar en ella para encontrarla.